La toxicidad de las sustancias contenidas como impurezas en medicamentos es de interés primordial para los consumidores, que exigen la garantía de que los productos no perjudiquen su salud o su bienestar. El coste de ignorar este hecho es enorme para las empresas: además del impacto directo sobre las personas, los errores dañan la integridad de la marca y la posición de la empresa en el mercado.
Desde la pasada década, como resultado de los avances científicos y por razones éticas y prácticas, se han introducido cada vez más los estudios (Q)SAR en la evaluación toxicológica, con el objetivo de reducir el número de animales empleados en cada ensayo y refinar procedimientos existentes para disminuir el estrés y el sufrimiento de los mismos.
Los modelos animales constituyen la unidad experimental en los estudios toxicológicos in vivo, y su empleo está regido por regulaciones con vistas a un adecuado uso, según los requerimientos del estudio y tomando en cuenta principios éticos.
La selección de los diferentes métodos de evaluación toxicológica a emplear, especies, tiempo, dinero y vía de exposición, así como de los niveles de dosis a emplear en los mismos, están en dependencia de las características propias de la sustancia a ensayar, así como de los objetivos de su posible uso en seres humanos.
Una de las limitantes de evaluar compuestos de degradación que se generan en algunos medicamentos, es la cantidad limitada de muestra con la que se cuenta, además que el proceso de purificar el compuesto en cuestión en cantidades suficientes para poder hacer los estudios toxicológicos pertinente para lograr hacer un análisis de riesgo adecuado es extremadamente caro y en ocasiones inviable.
Con los estudios Q(SAR) se evalúa la toxicidad de los compuestos de degradación a partir de solo el conocimiento de la estructura química del compuesto por estudiar, alivia el problema de tener que contar con la sustancia pura para hacer los experimentos antes mencionados, por lo que son una alternativa viable y confiable que ahorra tiempo y dinero, además que proporciona información rápidamente evitando la reformulación de productos farmacéuticos
La valoración armónica de los resultados de estos estudios permite llegar a un criterio más integral de la toxicidad de la sustancia evaluada y sus posibles consecuencias para el ser humano, otras especies vivas y en general en el medio ambiente.
Con el objetivo de garantizar la adecuada conducción e interpretación de los estudios toxicológicos y armonizar internacionalmente los requisitos de registro sanitario, se han desarrollado las guías ICH (Q3 A y B además de la Q6), donde se han definido criterios para establecer las bases toxicológicas que permitan calificar los compuestos de degradación en impurezas y por lo tanto modificar los límites de especificación con base en la evidencia aportada por años de investigación en el campo de la toxicología.
Mediante el uso de herramientas in silico, se puede calcular diferentes endpoints de interés toxicológico y ecotoxicológico como:
- Mutagenicidad
- LD50
- LOAL/LOEL/NOEL/NOAEL
- Irritabilidad
- Corrosión en la piel
- DT50
- Bioacumulación
- Biodegradación
- Toxicidad Acuática
- Etc.
En QSAR Analytics contamos con un equipo de expertos, certificado por la OCDE; así mismo, trabajamos con las guías OECD 69, ICH Q3A y B, ICH M7 y ICH Q6, entre otras, garantizando que las evaluaciones realizadas cuentan con un alto grado de certeza, además de que hemos desarrollado un proceso que aporta valor a cada uno de nuestros socios comerciales con los cuales hemos logrado que tengan información confiable que permite modificar sus límites de especificación y con ello lograr el registro de sus productos. Al día de hoy nuestra garantía sigue siendo nuestro récord perfecto en lograr que los clientes logren sus registros.
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